El PJ le hace daño al peronismo de Chubut
Por Santiago Costa
Como los cuatro caballos que descuartizaron a Tupac Amaru, el puñado de casi conductores del PJ en Chubut, eterna segunda línea que no termina de graduarse ni dar lugar al relevo generacional, tironea del mantel de un peronismo fatigado, que solo desea ver a sus once titulares en la cancha y alentar con el corazón y los votos a su equipo, sabiendo que desde enfrente «vienen degollando».
De tanto sacar cuentas, la libretita de la unidad fue pasando de mano en mano y se perdió. El algoritmo no cierra y tantos cabos sueltos se terminan anudando en Fontana 50, que con menos que nada sí cuenta con la unidad que otorga ser gobierno, un «conductor» reconocido por sus propios y billetera llena de cargos y promesas para dar.
Así, Arcioni va cosechando uno a uno lo pétalos de una margarita que el PJ ya secó de tanto deshojar, hundiéndose en trascendidos, desmentidas, semi acuerdos, candidaturas cebadas para luego ser quemadas y un sin fin de movimientos que parecieran ya no aspirar a la gobernación, sino apenas a la tapa de algún diario.
Pobre Gustavo MacKarthy. Si algo no se le puede negar es voluntad de ser, frontalidad y perseverancia. Aún cuando varios le dijeron que la correlación de fuerzas hacia adentro del movimiento, o la intención de voto de cara a la ciudadanía no le alcanzaban, a fuerza de intención llegó a ser el casi candidato de la unidad. Casi.
Porque en la misma semana del «acuerdo», salieron sectores del PJ de Comodoro, reconocidos laderos del intendente, a fustigarlo sin piedad en un mini operativo clamor por una candidatura de Carlos Linares, a solo días del cierre de alianzas.
Carlos Linares o no conduce a su tropa, o la mandó a hacer esta «picardía». Cualquiera de las dos opciones es triste. En el primer caso reforzaría la sospecha de varios que descreen de su vocación de conductor y en cambio creen en su vasto deseo de ser un ancho de basto.
De ser lo segundo ¿Por qué ahora? ¿Por qué desgastar así a Gustavo Mackarthy, con una falta de respeto pública tan cara en pleno proceso electoral? ¿Para ganar unos centímetros de ventaja? Estos movimientos son los que hacen pensar a jugadores como Ricardo Sastre que sacó el pie del lazo a tiempo y que lo iban a «acostar».
La candidatura de Carlos Linares era hace seis meses, cuando todo el peronismo se hubiera encolumnado tras él. Incluso hubiera podido tener algún tipo de acuerdo más claro y transparente -ningún dirigente cree a otro dirigente que no explicita sus ambiciones, porque los acuerdos se basan en las mutuas aspiraciones- con Ricardo Sastre y Adrián Maderna.
Ahora esa opción está devaluada por los «casi», los renunciamientos, los «sí pero no» que Carlos Linares sembró semana a semana desde Calcuta, para el desencanto de tantos.
Al PJ se le acaba el tiempo, al votante peronista se le acaban la paciencia y la ilusión, Gustavo Menna va a paso firme con la suerte del campeón y Mariano Arcioni se hace un picnic con los dirigentes que van quedando sueltos, a la vera de la ruta, cada vez con menos ganas de hacerle dedo a este PJ desvencijado.
