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Fernández-Fernández: el análisis a fondo

Cuatro de los mejores analistas políticos del paísIgnacio Fidanza (La Política Online), Diego Genoud (Letra P, El Canciller), José Natanson (El Dipló, Página 12) y Andrés Malamud (Perfil)- escribieron sobre el significado de la renuncia de Cristina Kirchner a la candidatura presidencial y la designación de Alberto Fernández.

Ignacio Fidanza en su columna Enroque de Reina plantea un interrogante táctico: ¿Es el primer paso de una negociación con el peronismo federal, en el que Alberto Fernández cumple el rol de candidato-tapón hasta que haya un acuerdo global? Plantea que la clave es qué hace Sergio Massa y que la decisión de la ex presidenta cierra su reconciliación con los gobernadores y el sindicalismo y es el fin de Unidad Ciudadana.

El director de La Política Online observa que «Cristina acepta que no tiene marco regional ni geostratégico para gobernar con fluidez y advierte que aún ganando, el problema es el inmenso desafío económico y social que enfrentará la próxima gestión».

Para Fidanza «el histórico paso al costado de Cristina abre tanto la posibilidad de una salida de la grieta, como un regreso a aquella fórmula tóxica de Cámpora al Gobierno, Perón al poder».

Andrés Malamud, politólogo residente en Portugal, en su columna La grieta centrípeta ve un posible cierre de la grieta porque «al correrse hacia el centro, Cristina obliga a Macri a hacer lo mismo». En primer lugar convocó al peronismo a la unidad y «de un solo golpe desmanteló al peronismo federal». En segundo lugar le azuzó la interna a Mauricio Macri con el ejemplo del renunciamiento.

En tercer lugar al círculo rojo «le endulzó ambos oídos» poniendo a un dirigente con el que siempre tuvieron diálogo. En cuarto lugar fue un guiño al poder judicial porque «también al correrse a la vicepresidencia redujo el impacto electoral de sus causas judiciales».

Todos ven una pobre reacción del gobierno, minimizadora. Resalta que «la coalición que gobierne deberá ser mucho más amplia que la que haya ganado las elecciones”.

Según Andrés Malamud, la fórmula «es una buena noticia para el Gobierno, pero un problema para Cambiemos», porque cuestiona el liderazgo de Mauricio Macri y lo induce a una interna.

En su columna The end of the grieta, el politólogo José Natanson coincide en dos aspectos: fin de grieta y fórmula de gobernabilidad porque la jugada es «cualquier cosa menos electoralista».

Alberto Fernández no tiene votos ni estructura propios. «La decisión es anti-duranbarbiana en un sentido profundo: Fernández-Fernández debe ser la primera fórmula presidencial moderna que se define sin encargar antes una sola encuesta, un solo focus group».

José Natanson también ve un recorrido «que comenzó con la estrategia de Cristina de reconstruir la relación con una serie de dirigentes que hasta hace poco tiempo atrás eran considerados poco menos que traidores, siguió con el plan, ejecutado justamente por Alberto, de facilitar la unidad peronista en las elecciones provinciales, dio un paso más con la convocatoria a un “contrato social de ciudadanía responsable” y encontró su última foto en la sede del PJ».

Por eso la designación también implica una tácita autocrítica del último gobierno de Cristina.

El periodista Diego Genoud en su nota Empoderadísimo  ve la alianza de la ex presidenta con su ex jefe de gabinete como el resultado «del fracaso de todas las alquimias que abonó Alberto y se evaporaron en el intento de parir el poscristinismo. A la inversa, la ex presidenta no encontró nunca a nadie que pudiera reemplazarlo, ni como parte de su estrategia política, ni como vocero ni como operador todoterreno».

La designación del ex jefe de gabinete «consagra tal vez para siempre el alejamiento y la postergación de una serie de personajes que los medios hoy oficialistas hicieron taquilleros».

Alberto Fernández moderó sus críticas a los gobiernos cristinistas, pero Cristina «le dio la razón en el libro que bate récords en dos aspectos que pueden resultar centrales…: el “error” de la ley de Medios como “la ingenuidad” del memorándum con Irán».

Es misión de Alberto Fernández sumar a Sergio Massa, que no acepta ser candidato en la provincia de Buenos Aires (candidatura hoy de Axel Kicillof, aunque se podría sumar a Malena Galmarini).

En su segunda columna, «Los Fernández y la audacia de inventar un kirchnerismo moderado y sustentable», Diego Genoud vez menciona que «con su sola ubicación en la fórmula, potenció el lugar decorativo destinado al vicepresidente y lo convirtió en otra cosa». También lo ve a Alberto Fernández «sin poder propio».

Genoud ve la jugada en relación a 2015 «como espejo refractario de aquel Macri que aseguraba a los que menos tienen que no iban a perder nada en su gobierno, ahora es ella la que con Alberto Fernández les dice a grupos empresarios, fondos de inversión y Fondo Monetario que no tengan miedo porque “es con todos”.

Diego Genoud también ve, como José Natanson, «un autocrítica no escrita por haber cerrado su gobierno hasta perder aliados fundamentales y edificar opositores por todos lados». Y como Andrés Malamud, que obliga a Mauricio Macri a reformular Cambiemos para captar todo el voto anti kirchnerista en una interna. El doble riesgo es que Sergio Massa aporte votos al kirchnerismo y Roberto Lavagna se los reste a Cambiemos.

Genoud menciona distintas encuestas que dan muy mal a Cambiemos en provincia de Buenos Aires al punto de disparara una paradoja: Cambiemos necesita ganar en Provincia de Buenos Aires para retenera la Casa Rosada, pero Maria Eugenia Vidal necesita que Mauricio Macri no se candidato para retener la gobernación.

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