El rol de las mujeres durante los conflictos armados
En el marco del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, es esencial examinar el impacto que experimentan las niñas y mujeres durante los conflictos armados, donde a menudo se ven atrapadas en situaciones de confrontación entre facciones opuestas.
A lo largo de la historia, las mujeres han desempeñado diversos roles en los conflictos armados, ya sea como enfermeras, cuidadoras, madres, hijas, espías o combatientes activas.
Frecuentemente, forman parte de la población civil en tiempos de guerra y se enfrentan a amenazas como tortura, ataques indiscriminados, violencia sexual, desplazamiento forzado y reclutamiento obligatorio. Además, deben asegurar la alimentación y supervivencia de sus familias en medio de condiciones precarias.
Algunas mujeres participan activamente en los conflictos armados. Por ejemplo, en las desmovilizadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), cerca del 40% de los combatientes eran mujeres.
Durante los conflictos armados, las desigualdades de género se intensifican y las mujeres enfrentan desafíos significativos. Según las Naciones Unidas, las niñas tienen un 90% menos de probabilidades que los niños de acceder a la educación en zonas afectadas por conflictos. Además, son vulnerables a matrimonios infantiles, trabajo esclavo y reclutamiento como niñas soldados.
Las mujeres experimentan limitaciones en su movilidad debido a responsabilidades domésticas y restricciones sociales, lo que dificulta su escape cuando la población civil es atacada.
Muchas se convierten en desplazadas o refugiadas para huir del conflicto o sus secuelas, exponiéndose a peligros como el tráfico humano y la explotación sexual. La separación forzada de sus familias las deja solas para enfrentar todas las responsabilidades y cuidados.
En situaciones donde las mujeres son detenidas o encarceladas durante conflictos armados, corren el riesgo de sufrir torturas basadas en género como violaciones u otros abusos sexuales por parte de sus captores o compañeros reclusos.
Durante los conflictos armados, las mujeres y niñas son a menudo tratadas como «botín», siendo víctimas frecuentes de violaciones como táctica terrorista y forma de tortura. Estas agresiones tienen consecuencias físicas y mentales devastadoras que perduran en el tiempo.
Es fundamental reconocer que las violaciones sistemáticas y embarazos forzosos constituyen crímenes de guerra. Ejemplos trágicos incluyen el genocidio contra la comunidad yazidí perpetrado por el autodenominado Estado Islámico en 2014 en Irak, donde miles de mujeres fueron esclavizadas, torturadas, violadas y asesinadas.
La historia también registra casos dolorosos como el uso sistemático de «mujeres consuelo» por parte del ejército japonés antes y durante la Segunda Guerra Mundial.
Estas mujeres fueron esclavizadas sexualmente en prostíbulos militares japoneses, sufriendo violencia sexual diaria por múltiples soldados durante períodos prolongados. Muchas murieron o se suicidaron; quienes sobrevivieron enfrentaron décadas de silencio por temor al estigma social.
Conflictos actuales: Rusia-Ucrania
En el tercer año de la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia, las mujeres del país enfrentan riesgos significativos y una carga adicional de responsabilidades de cuidado, sumadas a las penalidades y estrés asociados.
“Una y otra vez, las mujeres sufren las peores consecuencias de la brutalidad de la guerra. Están permanentemente en primera línea del conflicto, como militares y combatientes, médicas y enfermeras, voluntarias, activistas por la paz, cuidadoras de sus comunidades y familias, desplazadas internas, refugiadas y, con demasiada frecuencia, víctimas y sobrevivientes”, declaró Agnès Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional.
“La invasión en gran escala de Ucrania por Rusia no es una excepción. Las mujeres corren mayor peligro de sufrir violencia sexual y de género y problemas graves de salud, y aun así están obligadas a tomar decisiones de vida o muerte por sus familias. Al mismo tiempo, las mujeres suelen ser excluidas de los procesos de toma de decisiones, y siguen sin satisfacerse sus necesidades y protegerse sus derechos.”
A pesar del activo papel que desempeñan muchas mujeres ucranianas en la resistencia contra la agresión rusa, también asumen una carga desproporcionada en el cuidado de sus hijos/as y familiares. Esta responsabilidad se vuelve especialmente desafiante en medio del conflicto, teniendo impactos negativos en su salud mental, física, sexual y reproductiva.