Elecciones: la batalla entre Harris y Trump se juega en los estados clave
Estados Unidos se prepara para una jornada electoral que promete ser extensa y complicada. A pocos días de las elecciones presidenciales del 5 de noviembre, las encuestas de 2024 indican un resultado reñido, que se decidirá en siete estados clave, conocidos como swing states, donde no hay un claro favorito.
A nivel nacional, Kamala Harris, la candidata demócrata, lidera las encuestas, pero su ventaja sobre Donald Trump es mínima, de solo un punto porcentual, la más estrecha desde su confirmación como candidata en agosto.
Los esfuerzos de ambos candidatos se centran en estos siete estados disputados: Nevada, Arizona, Wisconsin, Míchigan, Pensilvania, Carolina del Norte y Georgia. En estos lugares se determinarán los últimos 93 compromisarios de un total de 538 que aún no han sido asignados, lo que influirá directamente en la elección del próximo presidente.
En contraste, los demás estados parecen tener un ganador claro según las encuestas: se prevé que 226 compromisarios apoyen a los demócratas y 219 a los republicanos. La mayoría necesaria para ganar se sitúa en 270.
El sistema electoral estadounidense establece que las elecciones no se deciden por el voto popular sino por el Colegio Electoral. Esto significa que el candidato que obtenga más votos no siempre será el ganador, como ocurrió en 2016 con Trump.
Cada uno de los cincuenta estados y el Distrito de Columbia elige un número de compromisarios basado en su población; estos son los encargados de elegir al presidente.
Además, el candidato más votado en un estado recibe todos los compromisarios de ese territorio, independientemente de la diferencia con su oponente. Esto hace que la atención política y mediática se concentre en unos pocos estados donde las encuestas muestran resultados ajustados. Por ejemplo, Pensilvania, con 19 compromisarios y una ligera ventaja para Trump según las encuestas, es un objetivo estratégico.
Las excepciones a este sistema son Maine y Nebraska, que distribuyen dos compromisarios al candidato más votado y otros según distritos. Las leyes electorales son estatales, lo que permite a cada estado establecer sus propias reglas; sin embargo, solo Maine y Nebraska aplican este método diferente.
La geografía electoral de Estados Unidos revela una clara división entre las costas y el interior. Los demócratas dominan la costa oeste con estados como California, Oregón y Washington, así como la franja urbana del este que va desde Boston hasta Washington y gran parte de Nueva Inglaterra.
Los republicanos controlan generalmente el interior y el sur del país, salvo en el corredor hispano del sur. Estas áreas suelen ser menos pobladas y más religiosas. Aunque son cruciales para la victoria de cada candidato, no serán determinantes en esta elección. En cambio, los swing states serán los verdaderos protagonistas de la noche electoral del 5 de noviembre.