La satisfacción de Linares, el futuro del peronismo y de Luque
Por Santiago Costa
Carlos Linares piensa como intendente. Mientras esté asegurado el gobierno del PJ en Comodoro, está todo bien.
El senador le restó importancia a su propia derrota a la gobernación en 2019. Le restó importancia a su propia derrota en 2021 (salió segundo, pero entró como senador igual).
¿Ahora le resta importancia a la derrota del peronismo a la gobernación?
La autocrítica exagerada lleva a la pérdida de autoestima política. Pero la falta de autocrítica cae en el negacionismo e impide corregir el rumbo. ¿A Linares le da lo mismo ganar que perder?
La complacencia del presidente del PJ es alarmante. Sí, el peronismo sacó muchos votos. Pero perdió. No va a tener gobernador, ministros, secretarios ni subsecretarios.
Pasará de 22 legisladores (16 si somos buenos) a 7. Tal vez 8, depende del conteo definitivo.
Linares no puede descansar en el temporal de viento que asoló a Comodoro el día previo a la elección para explicar la derrota.
¿La explicación es que si votaba el 69% del padrón de la ciudad, en vez del 67% que votó, el peronismo podría haber estirado la diferencia de 13 mil a 15 mil? Eso es pensar como Intendente.
El peronismo fue arrasado en toda la Comarca Andina (a excepción de Cholila) y Trevelin. Logró una diferencia paupérrima en Madryn y fue vapuleado en Trelew, Rawson y Gaiman.
Incluso perdió mal en ciudades del sur, como Rada Tilly y Sarmiento.
La derrota tiene más que ver con aciertos políticos de Torres que con falencias de Luque, que lo dio todo: desde la generosidad en el armado de listas; en la susesión de la intendencia; en emplear asesores comunicacionales de primer nivel; o en el recorrido incansable por toda la provincia.
Pero no echar culpas no puede impedir ver que el panorama futuro es desolador. Las intendencias de Comodoro y Madryn (entre muchas otras, como Dolavon o Trevelin) quedan entre la espada y la pared de una gobernación políticamente hostil que cuenta con un poderoso bloque de concejales en esos municipios.
Ante eso hablar de «empate técnico», que «el peronismo está muy bien» o que «la política no se mide por derrotas» raya en la falta de respeto a la militancia.
El bloque legislativo queda huérfano porque todos responden a jefes distintos: Juan Horacio País y Vanesa Abril por ahora a Mariano Arcioni; Tatiana Goic a Jorge Taboada; Mariela Williams a Ricardo Sastre; Emanuel Coliñir a Máximo Kirchner.
Solo Gustavo Fita es 100% de Luque, a la que podría sumarse a Arbilla por afinidad.
Nada garantiza la cohesión de ese bloque. Si Torres buscase una mayoría especial de 21, podría sumar sus 16 legisladores, a los 3 del PLICH (con quienes tiene mayor probabilidad de acordar por afinidad ideológica). Solo necesitaría 2 del PJ.
Lo único que fortalecería la unidad de ese bloque es un liderazgo fuerte.
El futuro político de Luque bordea la intemperie. Sin la intendencia de Comodoro, ni una diputación o senaduría nacional, ni cargo seguro en una muy improbable futura gestión nacional peronista.
Sin representación institucional, su alternativa es la representación política. ¿Cómo hacer valer sus 111.203 votos? La opción natural es la presidencia del Partido Justicialista de Chubut a partir de diciembre. Reemplazar a Linares y ejercer la conducción del peronismo.
¿Aceptarían esa conducción los Intendentes de Comodoro y Madryn, o se ampararán en su necesidad de tener una relación intitucional con el gobernador para negarse a ser oposición real?
Eso sería un verdadero sálvese quien pueda.