Macri no pudo evitar las sesiones extraordinarias
No tiene un historial tranquilo con las sesiones extraordinarias de diciembre Mauricio Macri, según publica la periodista de El Cronista Noelia Barral Grigera.
En 2017, el debate por el cambio en la fórmula de actualización de jubilaciones le costó buena parte de su capital político y marcó el fin abrupto de una luna de miel que había sido renovada poco tiempo antes, con las elecciones de medio término. Tan dura fue esa experiencia que este año el Gobierno dijo: extraordinarias no. Pero no pudo evitarlo.
La urgencia de ofrecer una respuesta política a la violencia que impidió que la final de la Copa Libertadores se jugase en el país empujó al Gobierno a buscar una salida exprés. Y miró al Congreso. En el apuro, no tuvo en cuenta aquel antecedente ni los cambios que atravesaron los recintos desde entonces. Ya no son los de 2017 ni de 2016. Las relaciones entre los bloques entraron en ritmo electoral. Y la convivencia interna en Cambiemos se resintió.
Macri deberá convivir en 2019 con un Congreso en tensión. Interna y con la Casa Rosada. La iniciativa para tipificar los delitos de violencia en el fútbol, «ley anti-barras», fue un ejemplo perfecto de la situación. El Ejecutivo se la tiró por la cabeza a la Cámara de Diputados sin coordinar antes con sus espadas legislativas.
La desconexión entre el Presidente y Emilio Monzó le juega estratégicamente en contra al Gobierno.
Una vez en el Congreso, el proyecto atravesó un sinfín de negociaciones que, a pesar de la buena voluntad de todos los actores involucrados, no llegaron en tiempo a buen puerto. Es llamativo: todo el arco político estuvo de acuerdo en que sancionar la ley es necesario. Todos hicieron sus aportes al proyecto.
La oposición abandonó la idea de un debate extenso y que incluya a los actores involucrados, para garantizar el trámite rápido. Cambiemos hizo nuevamente gala de su flexibilidad negociadora para poder avanzar. Y aun así, no habrá ley este año. «Nosotros estamos, pero los que tienen quilombo son ellos», repiten los diputados opositores.
En el oficialismo se multiplican los reproches internos cruzados. Hacia el Gobierno, por la falta de coordinación y porque envió un proyecto «extremo». Hacia la socia fundadora Elisa Carrió, por ventilar todas sus quejas y reproches. Cruzados entre las dos Cámaras, porque los senadores suelen votar proyectos que los diputados desechan (como pasó con la rebaja al impuesto a cooperativas). Y entre los sectores internos de los bloques oficialistas, que cada vez discuten más en cada proyecto de ley.
Con ese Congreso deberá Macri atravesar el final de su mandato y la campaña electoral en la que buscará la reelección. Un dato alivia a la mayoría de los actores involucrados: la cantidad y variedad de semanas electorales que habrá en 2019 mantendrán al Poder Legislativo con actividad cercana a cero.
Sin embargo, debería el Gobierno tomar nota de la actualidad del Congreso. Tampoco este año hubo muchas sesiones (fue el año con menos leyes aprobadas desde 1983) y aún así fue foco de tensión.