Mariano Arcioni, el semi antimacrista
Mariano Arcioni y Mauricio Macri comparten una cosa: ambos están en problemas.
Truco unitario
Mauricio Macri quemó con el déficit comercial y su sobre exposición a las corridas bancarias su mínima soberanía económica y tuvo que salir volando a pedir un rescate al FMI, que es conocido por tener una «balsa chica», en la que no puede rescatarse a todos los pasajeros del naufragio, macrista en este caso.
El Fondo presta dinero a cambio de reducir déficit fiscal. Adiós al gradualismo, bienvenidos los tarifazos de verdad. ¿Cómo repartir el sacrificio? La Casa Rosada será salomónica: cincuenta-cincuenta con las provincias.
El gobierno de Cambiemos utilizó una estrategia inversa a la del kirchnerismo frente a las provincias. El kirchnerismo recaudaba a tasas chinas y volcaba sus políticas públicas sobre todo el territorio nacional -fueran moratorias jubilatorias, asignación universal, conectar igualdad, etc-, pero en forma unitaria. El gobierno central se quedaba setenta por ciento, y giraba el treinta por ciento de la masa coparticipable a las provincias. Esa fue una de las aristas de la bomba del 2008, esa rebelión confederal de la pámpa húmeda.
Esa pampa húmeda hoy está en el poder. Maurcio Macri abrió el juego a los gobernadores y les dijo: aumentaré su coparticipación y cada vez menos dinero será discrecional, esa famosa fórmula del «látigo y billetera». Pero aunque aumenta la coparticipación en todos los distritos, bajan las transferencias globales, que incluyen la ejecución de las obras en el presupuesto nacional, los aportes del tesoro, regímenes especiales impositivos, etc.
Eso es lo que el gobierno nacional pretende reducir lo más cercanamente posible a cero. Pero el corazón del asunto son los subsidios, al transporte y la energía.
Carta al corazón.
Oportunamente llegó una carta del presidente a los chubutenses, publicada en el diario El Chubut, siempre disponible. ¿Qué dijo Macri en esa carta? Los recurrentes lugares comunes, deseos, arengas y esperanzas son parte de un lenguaje político suficiente hasta 2017, ya no más.
En concreto el presidente habló de energías renovables y molinos «construidos con la energía de los chubutenses para aprovechar la fuerza de los vientos patagónicos». No habló de petróleo ni de Comodoro, sí de gas y Vaca Muerta. Deslizó la corrupción al referirse a «construir una Argentina más justa, transparente, donde se dice la verdad y se trabaja con las manos limpias, sin parches ni atajos»
«Poco a poco nos vamos acercando; construyendo un país federal, en el que cada provincia da al resto lo mejor que tiene para dar, en el que todos tiramos juntos para adelante».
He aquí el perfecto concepto que tiene el presente -más que de derecha o neoliberal, porteño- del federalismo y que brillantemente tituló el diario en su portada: «Macri valoró lo que aporta Chubut al país con sus recursos naturales».
El presidente también nombró la pesca como tema específico regional (de esos que hacen diferente una carta así de una publicada en, digamos, Catamarca) y contó -luego de algunas estadísticas del tema- que se reunió con la industria pesquera y ejerció «el diálogo». No nombró la palabra minería.
Retruco Federal.
Mariano Arcioni tiene el problema de su debilidad financiera, que lo convierte en un gobernador políticamente endeble. Su debilidad política se refuerza por no ser parte de un partido nacional, ni siquiera de uno provincial con mayorías respetables.
Ante un agresivo ajuste nacional sobre Chubut ¿Cómo ser eficaz en la respuesta política? Las declaraciones altisonantes podrán hacer tapas, pero esos ruidos no llegan a la Casa Rosada. Si la cosa va en serio, a Balcarce 50 se llega por otros caminos.
El primero es coordinar a la tropa chubutense, que no es «propia» del gobernador. Los tres senadores -fundamentalmente-, pero también los cinco diputados nacionales deberán moverse como un solo bloque y persuadir a sus bancadas.
Es perentorio que Mariano Arcioni haga política allende el paralelo 42 y hable con sus pares para coordinar una estrategia. No solo con los gobernadores patagónicos, porque eso es quedarse en la chiquita. Debe identificar al gobernador con más peso -supongamos Schiaretti, de Córdoba- y encuadrarse en su estrategia opositora.
La estrategia federal real es la que impugna que un enorme porcentaje del «déficit del estado nacional» sea en realidad financiamiento de las provincias a las tarifas de energía y agua de la capital y el conurbano bonaerense (Aysa, Edenor, Edesur y Edelap).
Si las provincias lograran que Capital y Buenos Aires se hicieran cargo de sus tarifas -ahora que Buenos Aires tiene soberanía económica por la reparación de 40 mil millones que se le hizo-, eso sería un acto de justicia federal, pero una herida de muerte política a los dos delfines electorales de Mauricio Macri. No puede permitírselo.
En este marco, pensar una»reparación histórica» para Chubut es un delirio por la falta de timming. Esos planteos pertenecen a las épocas de vacas gordas.
Mauricio Macri, Cambiemos -¿y Gustavo Menna?- jugarán la carta de las particularidades, negociando provincia por provincia los voltajes del ajuste. Divide y reinarás. ¿Qué hacer? Por lo pronto, este es un partido que se juega en las grandes ligas y Arcioni debería encolumnarse en una estrategia nacional, detrás de gobernadores de peso, con estructura y el éxito como norte.