Resurrección y muerte política de Mariano Arcioni
El conflicto político entre los sindicatos estatales y el gobernador se encuentra en un punto muerto. Los docentes llevan nueve semanas de paro y se suceden los ministros de Educación y de Economía. Aislado de sus aliados, enfrentado de rodillas al gobierno nacional, Mariano Arcioni busca la luz al final del túnel llamando por Alberto Fernández.
Tres fechas clave
El viernes 23 de febrero de 2019 el principal sindicato docente (Atech) firmó un acuerdo paritario con el gobierno provincial.
Su dirigente Santiago Goodman declaró:
«Si uno lo compara al mismo mes del 2018 tenemos aumento del 100 por ciento de esos valores».
La paritaria tuvo sabor a victoria luego de un 2018 conflictivo, con ocho meses de pago escalonado (de marzo a noviembre), 78 días de paro docente y cuarenta días de toma del ministerio de Educación.
Con el repunte del precio del petroleo y las regalías (que significan un tercio de la recaudación, otro tercio es coparticipación y otro tercio recaudación propia), el gobernador acordó aumentos para los estatales y pases a planta.
El pago del aguinaldo a tiempo y un inicio de clases normal daban el marco de gobernabilidad que el candidato Mariano Arcioni necesitaba en su campaña para la reelección.
El 9 de Marzo, a tan solo un mes de las PASO que igualmente ganaría, el gobernador no pudo pagar todos los sueldos en un tramo. Debió desdoblar los salarios de los empleados de los poderes Judicial y Legislativo, todos por encima de los 65 mil pesos, varios por encima de los 90 mil. Fue una alarma sobre el manejo desprolijo de los fondos públicos, que nadie quiso ver.
En 2018 Mariano Arcioni sobrevivió a la crisis que heredó porque la opinión pública vio en él a un recién llegado, libre de todo prontuario (mientras se destapaban casos de corrupción del círculo íntimo del fallecido gobernador Mario Das Neves) y responsabilidad en las decisiones que habían originado la crisis.
Un bisoño piloto de tormentas, que intentaba llegar a la orilla del repunte del precio del petroleo.
Emergió un Arcioni fortalecido con un gabinete propio, aliados de peso entre los principales intendentes y sindicatos y una elevada imagen positiva. Por eso sus victorias en las PASO de abril (con 31%) y en las generales de junio (con 37,85%) fueron contundentes. Sacó 20 mil votos de diferencia sobre su segundo, que en Chubut es mucho y ganó holgado.
El hueso económico
Si en 2018 la crisis financiera fue heredada, la crisis de 2019 fue generada por el propio Arcioni. Aquella combinó la caída de las regalías con un fuerte endeudamiento en dólares (heredado), cuyos vencimientos trimestrales descalzan las finanzas provinciales y obligan al pago escalonado de salarios públicos.
Economistas de variada procedencia ideológica coinciden en que el problema de Chubut no es de ingresos, sino de gastos. Un informe de la consultora Ventosur reveló que el 10% de crecimiento real de las regalías (por efecto de la devaluación) compensó la pérdida de la coparticipación federal por inflación, mientras que los ingresos propios se mantuvieron constantes.
Si el pago de intereses de la deuda tuvo una caída real del 13% respecto a 2018, la masa salarial de la administración pública creció 20% en términos reales.
La carne política
La pérdida de regalías petroleras por el congelamiento del precio del barril, combinado con los vencimientos de deuda del tercer trimestre (40 millones de dólares), la persistente inflación y un gobierno que se retira (y otro que asume) en quiebra, indican que el pago escalonado seguirá varios meses.
Pero la verdadera crisis no es económica, sino política. Mariano Arcioni desgobierna en soledad. Solo confía en su mano derecha, el ministro Coordinador Federico Massoni, que es resistido por todo el arco sindical, los legisladores y los intendentes.
Federico Massoni es un Sergio Berni devaluado. Gusta de participar en los operativos policiales y lleva un arma en el auto. Unido con Arcioni por sus años en el Liceo Roca de Comodoro Rivadavia, es un ineficaz negociador y comete provocaciones constantes, como pagar sueldos primero a la policía que a jubilados, amenazar a docentes con descontar días de paro o increpar a miembros del poder judicial.
Si hay que reconocer que no hubo represiones con hospitalizados, su rol durante el desalojo de los petroleros al piquete docente que les impedía el acceso a los yacimientos rozó la zona liberada.
La oposición política hoy no existe y el PJ no sabe como enfrentar provincialmente a un aliado nacional. La Legislatura no logra articular agenda con los sindicatos, siquiera para impulsar el juicio político del ministro Massoni.
Los aliados oscilan entre ser la “mano negra” de Arcioni (como los petroleros desalojando a los docentes de las rutas, ante la desidia judicial) o no contaminarse con un conflicto en el que no tienen poder de resolución.
Este es el caso del intendente de Puerto Madryn y vicegobernador electo Ricardo Sastre. Hombre clave, de buen diálogo con todos los sectores y fina cintura política, fue acusado de inacción y apostar a un desgaste del gobernador para forzarlo a la renuncia y sucederlo. Sin embargo, dos veces se acercó a Mariano Arcioni y dos veces quedó enredado en tacticismos del gobernador con el único objetivo de socializar costos políticos.
Es claro que no habrá verdadero diálogo político mientras Mariano Arcioni se enclaustre y delegue el gobierno en el ministro Federico Massoni. A la escasez de fondos se agrega la desconfianza generalizada entre los actoresy la provocación constante.
El gobernador no piensa resignar a su mano derecha y carece de hombres de confianza. Tal vez el principio de la salida se reduzca a un casting: ¿A quién poner para sacar a Federico Massoni?
La pregunta tiene días, semanas y meses para ser contestada, porque al fin y al cabo, después de Arcioni y a partir del diez de diciembre, llega Arcioni.