Twitter mata dirigentes en Chubut
Por Santiago Costa
Las redes sociales no son buenas ni malas, son herramientas. Como un cuchillo que puede cortar una cebolla o degollar una persona, la potencialidad que tienen es notable. Pero a veces, se sobredimensiona.
De la necesidad, una virtud
En Chubut las redes sociales como Facebook, Instagram, Twitter -la más politizada- transmiten información, integran el territorio y generar sensación de pertenencia a grupos. Contrario al sentido común, WhatsApp también es una red social, tal vez la que más viraliza contenidos.
El periodismo local en general -y el radial en particular- utilizan Twitter para informar en tiempo real. La cuenta @Adatasur en ese sentido es el caso testigo.
Como casi toda red social, Twitter es una red mundial. Pero los que hablan español son un subgrupo, los habitantes de argentina que comentan la realidad argentina otro y los chubutenses que comentan la realidad de Chubut otro más. Esto último es Twitter Chubut.
Tal vez sea, proporcionalmente a su población, uno de los twitters provinciales con mayor densidad política del país. Una de las razones fue su intenso uso por el dasnevismo en el llano, sin los recursos del estado, en el período 2012-2015.
Esa guerra de guerrillas dasnevista fue un factor considerable en su posterior victoria, logrando denuncias impactantes, filtrar información, generar campañas de opinión en la previa de los actos, etc. Su impacto motivó incluso algunos intentos de persecución legal a cuentas anónimas -algo absurdo- y demostró la eficacia en términos políticos. Cohesionar la tropa propia, agudizar las contradicciones del adversario y lograr «mommentum» -envión- político (mientras Mario Das Neves tejía alianzas).
La iniciativa dasnevista empujó a los demás partidos y a sus militancias -concejales, legisladores, sindicalistas y demás- a sumarse activamente a la red y la buena cobertura institucional de radios y periodistas en general redondeó su elevada densidad política.
Circuito cerrado
Lo que una vez fue virtuoso en el accionar político, lo transformó la rutina en vicio. La potencialidad devino un límite y el océano se hizo pecera. Funcionarios y legisladores de todos los niveles pendientes del «radio pasillo» del siglo XXI. Dirigentes que creen hacer política al publicar una frase o una foto. Debates virtuales que fácilmente degeneran en polémicas sin bar que nada suman.
La dirigencia política -quizás más notoriamente en sus cuadros medios-, desarrolló una vistosa dependencia de la red social, sobredimensionando su centralidad y reemplazando la acción política.
Son cotidianas las peleas de funcionarios y ex funcionarios, legisladores con militantes rasos y un largo etcétera que rozan el rídiculo.
La justa dimensión del micromundo de Twitter es lo que ha perdido buena parte de la dirigencia política de Chubut, que anhela salir en las columnas de Jornada y El Patagónico dedicadas a eso. Hay que dejar de consumir Twitter Chubut por lo menos dos años… y hacer política.
En una provincia donde las unidades básicas o comités abren tres meses antes de las elecciones ¿Dónde se hace política los 640 días entre una y otra? La construcción de organización, la iniciativa política con actividades sectoriales (charlas, actos, formación política), alianzas… ¿Todo lo reemplaza Twitter?
A menos que se recorra el territorio desde la gestión del estado, que con fondos, permite la acción política y unifica. Algo muy claro para todos los que están en «el llano».
Si twitter en Chubut es una herramienta para un mejor y más rápido acceso a la información -insumo básico de la política- ¿Cómo diferenciar la información del coventillo? ¿Discusiones de baja estofa acaso suman votos, agudiza las contradicciones del adversario, deshace sus alianzas? ¿Un ejército de trolls reemplaza un acto masivo?
El ridículo de la dirigencia de Chubut al sobredimensionar Twitter llega cuando no se aprecia que… los votos virtuales están en Facebook. Por su propia dinámica -los famosos ex 140 carácteres y que el seguir no implique ser seguido-, Twitter pertenece a los mordaces, irónicos, sarcásticos, «intelectuales». Predomina la crítica, que a veces deriva en debate y muchas otras termina en la injuria lisa y llana. En el bowling, diría Viky Xipolitakis. El colmo del delirio es darle entidad -accionando en consecuencia- a «encuestas» virtuales de tan poco rigor metodológico que inducirían al suicidio a un sociólogo sensible.
Centrado solo en fotos y videos, Instagram le ganó con buena onda y cero discursos toda la franja de nuevos usuarios juveniles a Facebook y sobrepasó a Twitter, que tiende a morir porque no suma nuevos usuarios. Volviendo a los votos virtuales, si estuviéramos en la bombonera Twitter sería el palco y Facebook la popular, porque los primos sin secundario completo y la abuela también votan.