Las consecuencias del asesinato de Hassan Nasrallah por Israel
Después de una semana de intensos ataques en el Líbano, el Ejército israelí culminó su ofensiva con el asesinato del líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, tras bombardear una cuadra entera en Beirut.
Este hecho representa un duro golpe para la organización libanesa y genera una profunda incertidumbre en la región. La situación actual en el Líbano marca un punto de inflexión significativo, siendo la más mortífera desde la guerra civil de 1975-1990.
Desde principios de la semana, Israel llevó a cabo una extensa campaña de bombardeos, destruyendo pueblos enteros y desplazando a decenas de miles de personas. La ofensiva se intensificó con el asesinato de Nasrallah y los ataques masivos en los suburbios del sur de Beirut.
El Estado Mayor israelí no escatimó recursos en esta operación, utilizando misiles avanzados y lanzando cerca de 80 bombas sobre lo que se consideraba la sede de Hezbollah. Este ataque ha sido calificado como el más brutal desde la guerra de Beirut en 2006.
La eliminación del líder refleja la determinación del Estado de continuar su guerra contra Hezbollah, tal como lo afirmó Benjamín Netanyahu en su discurso ante la Asamblea General de la ONU.
La estrategia israelí se asemeja cada vez más a la utilizada en Gaza, con bombardeos intensos y órdenes de evacuación. Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han justificado sus operaciones al afirmar que no hay civiles en el Líbano.
Sin embargo, el costo humanitario es alarmante; según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), al menos 90,350 personas han sido desplazadas desde el 19 de septiembre.
Irán no ha intervenido directamente, ya que no desea arriesgarse a una guerra que podría perder. La capacidad de acción de Teherán está limitada por el debilitamiento de Hezbollah y otros componentes del «Eje de Resistencia», esenciales para su estrategia en la región.
La situación es compleja; aunque Israel ha logrado una victoria táctica, las repercusiones a largo plazo son inciertas.
Mientras Netanyahu enfrenta crecientes protestas internas y críticas por su gestión, la escalada en el Líbano podría ser tanto un intento por consolidar su poder como una estrategia arriesgada que podría desestabilizar aún más la región.
Aunque no se sabe a ciencia cierta quién será elegido por Hezbolá como su nuevo líder, muchos expertos ya apuntan a un “heredero” del poder de Nasrallah. Hashem Safieddine, el actual jefe del consejo ejecutivo en el grupo. Primo de Nasrallah. Desde Hezbollah desmintieron los rumores.
El asesinato de Nasrallah también impactó en Gaza: según indicó Al Arabiya, el líder de Hamas, Yahya Sinwar, se reubicó dentro de la Franja de Gaza al enterarse de la muerte del secretario general de Hezbolá.
Asimismo, distintos líderes de Hamas han estado decidiendo no comunicarse con funcionarios extranjeros, y cancelando reuniones “hasta nuevo aviso”. Ahora mismo, la comunicación de algunos de ellos se limita a mensajes escritos.