Los payamédicos de la minería
Por Soledad Paz
La ofensiva minera
Aún antes de la muerte del gobernador Mario Das Neves, las multinacionales mineras presionaban desde el gobierno nacional por explotar económicamente las entrañas plateadas de Chubut y su riqueza en uranio, incluido el famoso episodio de Macri en la Rusia de Putin.
Desde el 31 de octubre de 2017, la presión ha aumentado considerablemente. Tapa tras tapa, artículo tras artículo, el diario El Chubut se convirtió en el portavoz desvergonzado de los intereses mineros, al punto de hacer «noticia» las meras promesas del sector de financiar “obras educativas, sanitarias y habitacionales”.
Incluso la legisladora Gabriela Dufour detalló en Radio Libre que los legisladores recibieron «una invitación de la Asociasión Sindical del Perosal Técnico Profesional y Jerárquico de la Actividad Minera Argentina (Asijemin) para ir a Buenos Aires todo pago». Esto sucedió en la misma semana que el diario El Chubut puso en tapa que para la ley de zonificación minera, «estarían los votos para aprobarla».
La correlación de fuerzas
La cuestión minera en Chubut tiene varias dimensiones. La ecológica -que es la más visible en términos de opinión pública- no es la única. También existe la dimensión económica, que no solo abarca la reforma del marco legal minero nacional, un nuevo cálculo sobre regalías o la creación de empleo directo e indirecto. Discutir el «no a la minería» en términos económico exige crear una propuesta alternativa, real y viable, de desarrollo económico y social provincial.
Mariano Arcioni, gobernador de un gobierno débil, ensaya un discurso opuesto a la actividad y tímidas acciones como ausentarse de cumbres pro mineras impulsadas por intendentes. Pero da señales mixtas como designar a su íntimo colaborador y ex ministro Coordinador -Sergio Mamarelli- como gerente de Minería en la empresa mixta, con participación estatal provincial, Petrominera.
Contrario a lo que muchos suponían, el descalabro financiero de la provincia durante 2018 -con pago escalonado de salarios estatales y paralización de la obra pública provincial incluidos– no desembocó en que el gobernador Arcioni cediera ante Nación en la cuestión minera a cambio de auxilio financiero (aunque los intendentes no se privaron de una reunión con Aranguren por el tema).
Sencillamente porque la opinión pública chubutense -los votantes- está abrumadoramente en contra de la minería, en las condiciones en que se desarrollaría actualmente. Esta correlación de fuerzas en la opinión pública se refleja en la composición actual de la Legislatura, donde los votos contrarios a la zonificación superan ampliamente los veinte votos, sobre un total de veintisiete legisladores que concluyen su mandato en un año.
El debate de una ley minera en la Legislatura deberá esperar a ver a la próxima composición de la misma y es aquí donde el lobby minero puede ser beneficioso para la democracia chubutense.
Modelando
La clase política en general tiende a la endogamia -a discutir la «unidad», los regionalismos, la paridad de género, etc- sin lograr un debate de fondo sobre modelos productivos ni políticas públicas de largo plazo.
Era improbable que de su seno saliera el debate sobre la minería como un eje de campaña, para que cada votante pueda definir su voto en relación al tema o por lo menos saber si el candidato/a que está votando no legislará en forma contraria a sus creencias en el tema.
La democracia de Chubut necesita un periodismo serio que pueda aportar datos duros y experiencias comparadas -de proyectos fracasados, pero también de los exitosos en términos económicos y ambientales, con mecanismos de control social sobre el estado si los hubiera-, para lograr un debate maduro, donde las posturas radicalizadas no se impongan como las únicas. También de legisladores que eviten la pereza intelectual de estudiar solo experiencias fallidas o viajar tan lejos como a Santa Cruz, Catamarca o San Juan.
La propuesta del legislador Javier Touriñan de «atar» un plebiscito minero como consulta popular vinculante -con fuerza de ley- a las elecciones a gobernador en 2019 es engañosa, porque pone la carga y responsabilidad en un soberano desinformado, que no estaría votando proyectos alternativos.
El látigo de la crisis social, con su drama de desocupación y hambre, hace que este debate no pueda postergarse mucho más tiempo. Pero no será a fuerza de tapas de diarios, visitas de ministros ni campañas infames de recepción en vano de currículums desesperados como se saldará el asunto.
Quiera la diosa fortuna que la cuestión minera sea el eje del debate, el «clivaje» que ordene a las fuerzas políticas chubutenses y a sus candidatos de cara a la campaña electoral 2019. Solo así podrá servirse -si los ciudadanos y sus dirigentes deciden que la minería responsable es tan real como los reyes magos- otro plato, el de un modelo de desarrollo productivo alternativo.
