Alma en pena de Mario Das Neves
Por Santiago Costa
Apenas un año después de la muerte de Mario Das Neves, Chubut es otro. Una vez metido al hombre dentro del mito y sellada con bronce la estatua del recuerdo, se disputan propios y ajenos un dudoso adn del que todos los herederos se ven bastardos.
Idealizar mata
El comportamiento humano es hijo de sus circunstancias y los esencialismos en política… son un cuento. No se entendería al primer Perón sin ubicarse en la década infame y la segunda guerra mundial, como no se entenderá que el Perón de los setenta fue otro, porque el mundo había cambiado.
Para entender las decisiones de Mario Das Neves hay que situarse en los contextos provinciales, nacionales, internacionales, partidarios, económicos y hasta físicos en que fueron tomadas.
Si los dos primeros gobiernos de Mario Das Neves fueron excelentes, el último no lo fue. Sea por las políticas nacionales recesivas; la crisis internacional del precio del petróleo; la insuficiente calidad del elenco de gobierno o el severo impedimento físico que lo condicionó, no se pudo cumplir con las expectativas.
Muerto el gobernador, la mitad de su gabinete fue preso, el estado quedó al borde del colapso financiero, resultando su partido seriamente devaluado en la opinión pública.
El «festival de Letras» -endeudamiento a corto plazo, con alta tasa de interés y sin control legislativo- en la tercera gestión fue real y no sería preciso endosarle a Mariano Arcioni la responsabilidad por el largo conflicto con los trabajadores estatales (primero por paritarias congeladas, luego por el pago escalonado sin despidos).
Herederos múltiples
A un año de la muerte de Mario Das Neves Chubut es otro, porque también el país es otro. La megadevaluación, la inflación de casi cincuenta por ciento y la caída en la imagen del presidente Mauricio Macri dan cuenta de eso.
En ese contexto se mueve Mariano Arcioni, el heredero legal. Si la suerte -o la necesidad pragmática del ex gobernador- lo puso allí, sin militancia ni formación política, poco importa. Tiene la legitimidad total para tomar las decisiones que le parezcan, en las circunstancias que le tocan.
El resto será el juego de la democracia: votaciones que se ganan o se pierden en la Legislatura, el apoyo o no de la opinión pública. Pero nadie puede pretender que Arcioni consulte cada decisión con una estampita.
En ese sentido, el dasnevismo ha muerto. Los compañeros de Mario Das Neves a lo largo de sus cuarenta años de militancia se reparten entre el PJ y Chusoto. Su votantes exceden esas estructuras y se reconfigurarán en nuevos liderazgos, más temprano que tarde, conservando siempre su memoria y ejemplo.
Hoy Chusoto, como partido que gobierna el estado, milita el «arcionismo» con cierta libertad de pensamiento y sin una «revisión doctrinaria generalizada», que solo podría darse mediante el poder que otorga una elección propia ganada, como podría ser tras un improbable pero no imposible triunfo de Arcioni en 2019.
Algunas ideas y prácticas políticas de Mario Das Neves sobrevivirán en aquellos que aprendieron a hacer política observándolo, pero los aliados o las reconfiguraciones partidarias no pueden congelarse en el tiempo, porque los tiempos cambian. Meter a Mario Das Neves en el frasco de la idealización no le sirve a los militantes que construyen organización, ni a los dirigentes que suman voluntades y la sangre no es dueña del legado de un hombre público, como demasiados ejemplos históricos lo muestran.
Continuidades y rupturas
Mariano Arcioni hoy se muestra a nivel nacional en alianza con Sergio Massa, tal como se mostró Mario Das Neves en 2015. Trata de recostarse en Trelew con Adrián Maderna y en el tándem Ávila-Di Pierro -aunque no logró retener ¿a Sastre? ni a Camioneros- con el PJ como adversario.
Si el gobernador Arcioni logra sanear el estado -como parece venir haciéndolo-, achicar el déficit, terminar con el pago escalonado antes del aguinaldo y acordar paritarias estatales considerables, que aseguren un normal inicio de clases en 2019, nada estará dicho en términos electorales. Enfrentará con lo que quede del peronismo no kirchnerista o dasnevismo al PJ de Unidad Ciudadana y al Cabiemos de Gustavo Menna.
Tal vez lograr ordenar la gestión a tiempo revierta la elevada imagen negativa de Mariano Arcioni; tal vez el PJ recauchutado logre el batacazo; o tal vez gane Gustavo Menna por su buena imagen personal, mientras un peronismo le mide el «no peronismo» en sangre al candidato del otro.